martes, 31 de marzo de 2009

LA REFORMA ELECTORAL QUE NOS DEBEMOS


 

Las elecciones en nuestra Provincia de Buenos Aires están regidas por la ley 5109 del año 1946. Esta ley mantiene un sistema eleccionario antiguo, no respeta las normas nacionales de representación proporcional, puesto que se rige por un anacrónico sistema de cocientes, hace casi imposible la representación de las minorías y mucho se ha discutido su modificación sin haberse logrado los acuerdos de las mayorías históricas de nuestra política.

Por la ley 12195 del año 2002, reglamentada por los decretos 42 y 952 del año siguiente, se sancionó la obligatoriedad de las internas abiertas y simultáneas para todos los partidos políticos. Esto traía como consecuencia que los debates y formación de las listas de candidatos pasaran por una primaria que desembocara en una propuesta de nombres y programas por cada partido. Esa fue la característica de nuestro sistema hasta la crisis de fin del siglo pasado.

Poco duró esta ley, ya que los intereses de grupos políticos inventaron sistemas para desvirtuar el concepto de un partido, una propuesta y una lista de candidatos. La norma fue derogada por la ley 13640 y apareció un nuevo escenario.

Se inventaron las llamadas listas colectoras, que llevan en la actualidad candidatos iguales a nivel nacional o provincial, ya sea presidente, gobernador o senadores y diputados, y que a nivel municipal responden a grupos heterogéneos, sin comunión de ideas y que están formados muchas veces por aventureros que quieren un puesto colgados del nombre que encabeza la lista sábana. Este sistema es alentado por los más altos niveles políticos a cuyos miembros no les importa demasiado lo que ocurre en los pueblos si esto le suma votos a sus proyectos personales.

Otro invento de los últimos años son las llamadas listas espejo que son la contracara de lo anterior. Se da cuando candidatos a intendente o a concejales forman una lista que pegan a dos o más listas sábana que arriba tienen candidatos que responden a programas o ideas incompatibles. Este sistema lo aplican los políticos locales que no se preocupan por sostener su actuación en ideologías o conductas.

Ambos sistemas que han proliferado en los últimos años son la negación de lo que aprendimos de jóvenes en la militancia por los ideales. Sólo importa la cantidad de votos que se obtienen ya que parece que el fin justifica los medios.

Todos los intentos de cambiar este mamarracho de la política han fracasado porque a los poderosos no les interesa. Hablamos de voto electrónico que se aplica con éxito en Brasil, de la eliminación de las listas sábana fraccionando las elecciones o del nuevo proyecto de boleta única que se va a usar solamente en Córdoba y Buenos Aires, pero todo queda en promesas de tratamiento para más adelante. Ese futuro de modernizar y purificar nuestro sistema político nunca llega. Los candidatos son elegidos a dedo por mesas chicas que nadie sabe donde funcionan y el elector encuentra en el cuarto oscuro un aquelarre de boletas que muy pocos saben a que intereses responden.

No hay comentarios:

Publicar un comentario