También incide en el problema a considerar la poca predisposición de los ciudadanos a cumplir con las reglamentaciones y leyes vigentes. Acostumbrados como estamos los argentinos a vivir en un país donde las normas no se respetan, vemos a diario bicicletas circulando en contramano, que no atienden los semáforos, sin luces y tripuladas por más de una persona, conductores de vehículos que no usan el cinturón de seguridad y que exceden los límites máximos de velocidad y motociclistas que no tienen el casco protector y que circulan en forma peligrosa, poniendo en riesgo su integridad física y la de otras personas.
Se suma a todo esto el enorme ruido que la ciudad produce, como consecuencia de los escapes deteriorados o inexistentes en vehículos que circulan con patentes viejas, sin verificación vehicular y por ende sin seguro obligatorio.
¿Que hacemos ante todo esto? Absolutamente nada. El municipio no controla, o si lo hace, su resultado es muy pobre. Se han contratado quince inspectores nuevos en el área de Seguridad Pública y es muy difícil verlos por la calle, salvo en las peatonales de la playa haciendo relaciones públicas. Hay una eficiente tarea que se lleva a cabo en el centro de la ciudad, el multar a los vehículos mal estacionados en el sector del estacionamiento medido y esto tiene un afán solamente recaudatorio.
Terminado el verano veremos si nuestra ciudad comienza a luchar contra la contaminación de gases de escape, contra el insoportable ruido de los motores y por un lugar donde se circule con prudencia y respetando a los demás.
La comunidad debe colaborar y no lo hace
ResponderEliminarHola Carlos:
ResponderEliminarMuy buena esta columna de opinión. Coincido en tu diagnóstico y en tus propuestas para superar el conflicto.
Como aporte, en mi caso, propicio el uso de bicicleta. Sin menoscabar a los vehículos, muy cómodos y bien equipados que se ven en abundancia por la ciudad.
Pero me resulta inconcebible, ante distancias en su mayoría no superiores a los 500 metros, no utilizar la bici.
para mí, es una heramienta de trabajo, y los 3 kilómetros que recorro de ida y los 3 de vuelta, no sólo son un ahorro, sino un paseo aeróbico de primera calidad.
Es mi testimonio. y ojalá se hagan bicisendas y cada ciclista respete las normas de tránsito.
Un abrazo
Osmar